Nacionalismo inútil (IV): regionalismo inútil

El orgullo nacional de un país siempre termina ramificándose internamente entre distintas ciudades y regiones, cada una con la “identidad” que los hace parte de dicha patria, pero también con características culturales que los hacen diferentes del resto de la población. Dichas características son también fuente de orgullo, pero con frecuencia también de un enconado desprecio, o al menos elitismo, hacia otras regiones en el país.

Si hay un material fértil del regionalismo, que parece continuar fermentando recelos regionalistas entre los colombianos, son los estereotipos. Ya mencioné los principales cuando hablé acerca del caso de la petición de Change.org para pedir una disculpa por parte de dos comediantes australianos que hicieron chistes pesados sobre el país. No voy a repetirlos, porque la mayoría de la gente los conoce bien, así que solamente diré los nombres de los ejemplos, y todos recordarán la personalidad asociada a cada región: costeño, cachaco (o rolo, para los estrictos), santandereano, paisa, pastuso.


Los estereotipos regionales son usados para infinidad de chistes por parte de los comediantes colombianos. Algunos se incluyen a sí mismos, con cierto orgullo, dentro de los estereotipos. Por supuesto, muchos no ven con buenos ojos el uso de tales estereotipos en la comedia, y aseguran que sólo perpetúan una visión negativa de las regiones, lo que siempre exacerba odios o maltratos. ¿Cuán cierto es esto? ¿Qué motivos hay para mantener el orgullo por provenir de X o Y sitio en el país?


En primer lugar, los estereotipos regionales no son exclusividad de Colombia. Lo hacen los venezolanos, los estadounidenses, los ingleses, los españoles… Cada país, con toda seguridad, maneja un estereotipo de cada una de sus regiones, relacionada con la idiosincrasia particular de cada una. Y no es que no se compliquen por ello en otros países, pero por lo menos no acusan de discriminación a los comediantes cuando los usan. Esto lo menciono solamente por hacer hincapié en la inmadurez de nuestra sociedad, que no sabe distinguir entre chistes y actos.

En segundo lugar, los estereotipos que se mantienen de otras regiones no son motivo de orgullo para el que pertenece a otra. Es ridículo pensar que uno debe enorgullecerse por ser costeño sólo por preferir no ser tan soso y mal bailarín como un rolo (y siendo honestos, ni todos los costeños somos buenos bailadores, ni todos los rolos son malos en el mismo arte). Es decir, confiar en los estereotipos para sentir orgullo de pertenecer a una región es una tontería. Irónicamente, ayuda a mantener los estereotipos que tanto se critican.

En tercer lugar, y dejando por un momento el tema de los estereotipos, los logros de una persona perteneciente a determinada región con frecuencia no se retribuyen a los demás miembros de la misma. Entonces, tampoco es realmente una fuente de orgullo o vergüenza. Sofía Vergara ha cosechado gran éxito en el exterior, pero eso a mí ni me beneficia ni me afecta. Rodolfo Llinás es un importante neurofisiólogo en la actualidad, pero seguro que eso no les da de inmediato una bandeja de comida a los indigentes del Bronx, en Bogotá. Luis Alfredo Garavito puede ser el mayor criminal de niños de Colombia, y quizás hasta del mundo, pero probablemente los habitantes de Génova, Quindío, no reciben insultos por ser coterráneos de semejante asesino. Señores, lo que logren las personas de una región no son motivo ni de orgullo ni de oprobio. Se puede sentir respeto, sí, pero el orgullo es un poco exagerado. Siéntase orgulloso o avergonzado si comparte con ellos su forma de pensar, si contribuyó de alguna forma a sus logros.

En cuarto lugar, regresando a los estereotipos, si bien es cierto que muchos suelen ser exagerados, groseros y hasta crueles, la verdad es que suelen ser un espejo de la idiosincrasia de una cultura, y lo mucho que le falta por mejorar. Por ejemplo, los costeños con frecuencia se quejan del monopolio casi absoluto de los cachacos en el servicio de tiendas de barrio. Pero, si ellos no hubieran dejado esa actividad económica libre y sin explotar cuando las familias de gente del interior emigró al Caribe, no tendrían precisamente ese monopolio (seguro, algunos aprovecharon la presión criminal para establecerse, pero no son tantos como se cree). Esa es una de las razones por las que hay un estereotipo de los costeños como perezosos, y hay que admitir que no carece de cierta razón.

Del mismo modo, el estereotipo del paisa como emprendedor, pero avivato y estafador, difícilmente puede ser separado de la influencia que tuvieron muchos antioqueños en el crecimiento del paramilitarismo en varias zonas del país. Y la cultura santandereana, tradicionalmente muy religiosa y conservadora, lleva ejemplos como el de la quema de libros realizada por el Procurador Ordóñez como prueba de su estereotipo de gente peleonera.

Los estereotipos pueden ser incómodos, pero suelen contar la forma en que actúa la gente englobada dentro de ellos, tanto virtudes como defectos. Por ello, no deberían rechazarse de forma tan tajante, sino que deben tenerse en cuenta para el desarrollo social de una región: saber en qué se debe esforzar la educación.

Por estos motivos, yo encuentro el regionalismo tan soso e innecesario como el nacionalismo. Ya tenemos bastantes problemas tratando de separarnos ideológica y culturalmente de otros países. ¿Por qué aumentar la confusión separándonos entre los mismos colombianos?

Ah, pero si usted cree que el regionalismo es mayormente inofensivo, se equivoca. En la próxima entrada hablaré de una forma extrema de regionalismo que se ha cobrado sus víctimas en el país. Y creo que puede intuir de cuál hablo.

Comentarios

  1. Por qué no aparecen mis comentarios ._.

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    1. Al menos este ya salió. No tengo ningún tipo de restricción en los comentarios. Quizás sea problema de conexión.

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