Díptico de discriminaciones

En esta semana transcurrieron hechos entrelazados con el ateísmo y la discriminación, aunque quizás desde lados diferentes de la moneda. Como ocurrió con una entrada similar de la semana pasada, decidí analizar al mismo tiempo cada noticia.

1. Los padres de dos niñas que estudiaban en el colegio Gabriel Betancourt Mejía, en Bogotá, decidieron presentar una queja ante las directivas, debido a que la menor manifestó que era matoneada debido a que ellos, siendo ateos, solicitaron en el colegio que su hija no recibiera clases de religión. Los docentes empezaron a acosarla y a apartarla en el salón, obligándola a escribir acerca de la clase, e incluso la amenazaron con que perdería el año. De hecho, tras la queja de los padres, el trato de los educadores hacia la niña se recrudeció incluso más, por lo cual decidieron retirarla y manifestaron sus quejas ante la Secretaría de Educación de Bogotá, el Ministerio de Educación y la Procuraduría.

¿La respuesta recibida? La pequeña y su hermana mayor quedaron sin cupos en el sistema de colegios distritales. De momento, existe una demanda, exigiendo las disculpas públicas del colegio y la integración de las niñas a otro colegio distrital, pues sus padres no tienen suficiente dinero para ponerlas en un colegio privado.

Todo este episodio evidencia una problemática presente en los colegios públicos del país: la cátedra de religión. Para todos los que hemos estudiado en un colegio público, es bien sabido que estas clases no son más que proselitismo católico. Al menos en mi caso, no vi otras religiones en la materia hasta décimo, creo recordar, y aún entonces fue más un trabajo de investigación por grupos que una verdadera explicación por parte del profesor (por cierto, jamás se habló de los no creyentes). Mayormente, las clases fueron siempre conceptos como el perdón o la oración, o de costumbres como la Eucaristía. Todo esto es una clara violación al laicismo que deben mantener las instituciones públicas: es decir, no se debería dar trato preferencial a ningún credo religioso. Por supuesto, esto está escrito en el papel, pero en la práctica, debido a la escasa regulación presente, la mayoría de los colegios públicos en el país mantienen este mismo sistema en las clases de religión.

Teniendo todo esto en cuenta, se comprende inmediatamente que es un terrible error discriminar a alguien por su credo religioso, o la ausencia de uno (quizás la niña maltratada ni siquiera comprenda toda esa dicotomía). Esto no es nada nuevo: ya he escuchado casos de algunos amigos que tuvieron inconvenientes semejantes, aunque menos severos, en sus clases de religión, por ser por ejemplo adventistas o ateos. Pero ellos eran mayores cuando les pasó esto. Aquí hablamos de una niña que ni siquiera llega a los diez años; una pequeña que seguramente resiente todo ese maltrato, y que podría incluso desarrollar traumas al ser rechazada por no compartir las ideas de la mayoría.

¿Hay alguna propuesta para modificar la cátedra de religión en las escuelas públicas? Sí: que se incluya una comparación objetiva de las formas de pensamiento religioso, incluyendo la no creencia, con el mismo rigor que se expone el catolicismo. Yo mismo he expuesto mi opinión en discusiones centradas alrededor del tema: la estructura de la cátedra de filosofía podría servir como un excelente ejemplo. Así, podría elaborarse una cátedra de religión de la siguiente manera: qué es la religión como concepto, orígenes, historia de la religión, las distintas denominaciones religiosas y posturas no creyentes; finalmente, la influencia de la religión sobre la sociedad, tanto ideas positivas como perjudiciales. Esta sería una clase mucho más objetiva y más justa, sin necesidad de exponer al ostracismo a un estudiante, mucho menos siendo un niño.

2. En Carolina del Sur, un hombre identificado como Craig Stephen Hicks asesinó a tres estudiantes musulmanes de una misma familia. Aunque las investigaciones apuntan a que se debió a un conflicto por un espacio de estacionamiento en el sector donde vivían, tanto la familia como algunas personas y medios de comunicación apuntan a un crimen de odio, dado que Hicks es ateo, se manifestaba de forma un tanto agresiva en las redes sociales, y al parecer ya había tenido roces con las víctimas en días anteriores.


Ante esta noticia, que se ha convertido en la comidilla de medios sensacionalistas, y seguramente de algunos movimientos religiosos (aunque, en mi caso, no he percibido lo último), conviene hacer algunas aclaraciones. Sí, las opiniones de Hicks sobre la religión en general pueden ser incómodas para algunos. Es natural. Yo mismo trato en lo posible de matizar mis expresiones, pues no soy antiteísta, y difícilmente tan antirreligioso como podría llegar a ser. No obstante, ateniéndonos a la libertad de pensamiento y a que no existe el derecho a no sentirse ofendido por una opinión, Hicks estaba en completa libertad de expresarse.

También hay que dejar claro lo siguiente: Hicks debe pagar por su crimen. En eso estamos de acuerdo todos, tanto creyentes como no creyentes: sería difícil encontrar a una persona que piense diferente, creo yo. Si acaso su crimen fue motivado por las creencias de las víctimas, el veredicto no cambia. Ninguno de los ateos con los que he tenido contacto, ni las principales personalidades de la esfera escéptica, mantienen razones para defender semejante atrocidad.

Porque hay algo muy específico a tener en cuenta, y esto lo comprendo yo muy bien, siendo agnóstico. El ateísmo no avala ni exhorta de ninguna forma la violencia contra la gente religiosa. Sencillamente, porque el ateísmo no es más que la postura acerca de la inexistencia de dioses. No hay más ramificaciones a esa idea. Como bien lo ha señalado el Pequeño Hereje, no existe un manual sobre cómo ser un ateo, ni un libro que sirva como cuerpo doctrinal del ateísmo, como sí lo existe, por ejemplo, en el socialismo con El capital. Es una postura muy individual. Cualquier otra ideología (socialismo, posmodernismo, vegetarianismo, etc.) y las acciones tomadas en torno a ellas dependen del raciocinio y la actitud de la persona. En otras palabras, si Hicks asesinó a los estudiantes musulmanes por odio a la religión que profesaban, sus acciones provienen exclusivamente de su propia formación. Detenerse a señalar que es únicamente por su ateísmo que decidió matar religiosos es una deficiencia crítica.

¿Por qué hablamos entonces de fanáticos religiosos? ¿Sería esto un doble rasero? No. Lo decimos porque las religiones sí se basan en escritos para estructurar sus doctrinas. Y en textos como el Corán o la Biblia se avala la violencia y el maltrato. Eso cualquiera lo comprende si lee el Antiguo Testamento, que es bastante violento con los no israelitas, y el Nuevo Testamento, que es un poco más “elegante”, recurriendo a la discriminación y el ostracismo. Cuando este tipo de acciones se encuentran plasmadas en un texto base de una religión, entonces es claro que los actos de violencia de los fundamentalistas están guiados por sus creencias religiosas. Seguro, acciones como las Cruzadas tuvieron motivos más políticos y económicos que religiosos (si bien utilizar la religión para reclutar soldados es bastante deshonesto). Pero hay que observar cada caso detenidamente, y es muy obvio para una persona con honestidad intelectual que la masacre de Charlie Hebdo se debió más al deseo de sentenciar a las personas que se burlaron de Mahoma y la religión islámica, que por la intervención militar de Francia en los conflictos de Oriente Medio.

Analizando las opiniones de Hicks en las redes sociales, quizás se puedan rescatar algunas cosas para la comunidad no creyente. Y es el hecho de que no creer que exista un ser supremo no te hace más inteligente ni superior a un creyente. La mayoría de los ateos y agnósticos tienen claro esto, pero nunca está de más resaltarlo, especialmente cuando existen escépticos por “moda” o rebeldía sin causa. No hay ningún motivo, pues, para violentar físicamente a una persona por diferencias de opinión. Si este fue o no el caso de Hicks, deberá de todos modos rendir cuentas a la justicia. Es lo más importante a tener en cuenta, en vez de difundir la desinformación y estigmatizar sin fundamento.

Es todo lo que tenía que decir. Queda en manos del lector el deber de reflexionar sobre lo expuesto aquí.

Adenda: de acuerdo con el concepto emitido por la Universidad de la Sabana, y que fue retirado hace poco, puesto que la homosexualidad se encuentra por fuera del comportamiento común, constituye una enfermedad. Si así es su razonamiento, entonces en Colombia, ¿los pelirrojos son cáncer? ¿Los millonarios están agonizando? ¿Los ateos y agnósticos somos enfermos mentales? ¿Y los hombres de cabello largo son embolias ambulantes? Excelente concepto…

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