Mara y Frida Sofía: ¿qué pasa en México?
Con
frecuencia somos muy mezquinos. Una forma baja de escaldar nuestra impotencia
ante los problemas, de hacernos decir: “Yo lo que estoy es bien”, es echar un
vistazo a quien le va peor. A veces para comprender que siempre habrá alguien
con problemas más serios o con más dificultades para resolverlos, a veces para
reírnos de su desgracia. Y curiosamente, un ejercicio que hago cuando me doy
cuenta de los problemas sociales y políticos que tenemos en Colombia o en Chile
es mirar a México. No porque me burle de sus problemas, sino porque me asusta e
incomoda ver cómo esa nación se ha deteriorado tanto como Estado y como
sociedad. Y muchos de sus problemas están, de hecho, presentes en nuestros
países, así que aunque haya una enorme distancia entre su situación y la
nuestra, los pasos que deben hacerse pueden llegar a ser cortos en algunos
aspectos.
Dos
situaciones ocurridas este mes, en particular, deben ser destacadas. Una
provoca ira y frustración, pues es el resultado de una cultura infecciosa que
en Latinoamérica y en muchas regiones del mundo se resiste a morir. La otra es
un ejemplo desastroso de la desinformación, del sensacionalismo y la
explotación del dolor y la misericordia de la gente.
1. El primer caso ocurrió con la desaparición de una joven de 19 años,
Mara Castilla, que salía de una fiesta en la madrugada en Puebla y abordó un
taxi del servicio privado Cabify. Poco después, nos enteramos que fue violada y asesinada en un motel
por el chofer que se suponía debía llevarla sana y salva a su domicilio. México estalló en protestas desde mitad del mes, especialmente por las
mujeres que ya están hartas de que, en un país que destaca por estar entre los
siete más violentos en América Latina, ellas se encuentren en una condición
particularmente especial de vulnerabilidad.
Y
es que, según estadísticas, al menos siete mujeres son asesinadas a diario en
México. Peor aún, en muchos casos los asesinos abusan de ellas antes de
matarlas. Para que tengan un balance de la situación, aquí está el resumen que hizo Ego a tres años del mandato de
Enrique Peña Nieto: el nivel de
corrupción e impunidad en la justicia es tan profundo (México actualmente ocupa
el primer lugar de
impunidad en América, y el cuarto en todo el mundo) que los casos de abuso sexual denunciados son casi
siempre desechados o reciben excusas muy imbéciles, como que si la víctima “no se defendió”,
entonces no se puede hablar de abuso propiamente dicho. Con todos esos
antecedentes, es comprensible que mucha gente se colmara con este atroz crimen.
Porque
aunque muchos han manifestado su solidaridad e indignación con el caso de Mara
Castillo -de hecho, Cabify colaboró con la justicia, y ha prometido mejorar las
medidas de seguridad para sus clientes-, muchos otros están usando los mismos
discursos horriblemente machistas de culpar a la víctima por ser violada y
asesinada (traten de leer estos tuits sin sentirse indignados o
furiosos). Ni siquiera los medios
de comunicación, que en nuestros países son especialmente risibles, se salvan
de enmarcar el tema de forma machista: una nota de Milenio fue especialmente destacado en Internet por decir que el
conductor era “un hombre normal”,
hasta que “se le presentó la oportunidad de
delinquir”, de una forma tal que, pretendiendo quizás humanizar al
conductor de Cabify, termina prácticamente excusándolo.
Mensajes
como los anteriores son terribles porque dan la impresión que, sencillamente,
ninguna mujer está segura mientras los hombres estén cerca. Que cualquier
hombre normal se convertirá en un violador asesino si tiene la oportunidad en
bandeja de plata. Eso es de un cretinismo atroz, pero la amplia difusión de
semejante forma de pensar, no sólo en México sino en otros países, hace difícil
defender que el hombre promedio no es así, y que las mujeres no deberían tener
miedo de cualquier hombre cerca.
Ojo,
quizás algunos que hayan leído mis anteriores comentarios sobre el tema creerán
que he cambiado mi postura sobre el concepto de cultura de la violación. No es
así. He dicho en otras ocasiones que, por mucho que queramos caminar en la
noche por cualquier calle oscura sin que nos pase nada, hay que tener un mínimo
de responsabilidad y comprender que hay situaciones de riesgo que se deben
evitar, y lo sigo sosteniendo.
Sin embargo, que uno termine dentro de una situación de riesgo no
es nunca justificación ni razón para culpar a la víctima de un crimen, sea un
robo, una violación o un homicidio. Por cansada o ebria que Mara pudiera haber
estado, eso no la hace culpable de haber sido abusada y asesinada. Además, al
tomar un servicio de transporte, ella estaba precisamente siendo consciente de
que lo hacía porque quería llegar pronto y segura a su casa, y tácitamente
quien toma un taxi público o privado asume que está tratando con una persona
honesta: de lo contrario, nadie usaría estos medios de transporte. No hay
ninguna forma en que las elecciones de Mara la hagan culpable del horrible
final que tuvo. Y mucho menos son excusas u “oportunidades” para cometer un
delito tan grave.
Sé
que hay un artículo en Antes de Eva
que está levantando un poco de ampolla: Todos los hombres son malos. Yo también lo leí, y aunque el título y parte del
contenido me parecen tendenciosos y le restan mucha fuerza al mensaje, entiendo
que están cuestionando el concepto de “hombre” como lo ha construido el
machismo que sigue tan imperante en nuestras sociedades, ese que se enorgullece
de acostarse con muchas mujeres, que cree que sólo están para satisfacerlo y
trabajar en el hogar. Aun si hablara en serio y realmente tratara de decir que todos los hombres son malos, ¿saben
qué? Hay países y situaciones donde, tristemente, yo no me atrevería a decir
que se equivoca, porque cuando decimos que hasta un hombre normal se convierte
en un criminal si se le presenta la oportunidad, que la culpa es de la víctima
por salir a festejar como cualquier otra persona, estamos dando a entender que
argumentos absurdos como el violador de Schrödinger están plenamente
justificados.
Sí,
estamos de acuerdo en que ese concepto es injusto y estúpido, pero si son
tantos los que van a decir que la culpa de un crimen siempre es de la víctima,
¿entonces cómo reprochar que cualquier mujer puede asumir tranquilamente que
cualquier hombre es un violador en potencia, si de antemano se acepta que, en
el más puro estilo del vivismo tóxico y mezquino de nuestras culturas,
cometeremos cualquier crimen si nos dan la oportunidad? A mí me parece que
necesitamos mucho más trabajo en cuanto a las idiosincrasias y problemáticas
sociales que perpetúan tanto la visión como el tratamiento machista que reciben
muchos casos de abuso sexual, sea en México o en cualquier otro país.
Y
a los que dicen que no es un caso de feminicidio, o que ahora a cualquier
asesinato de una mujer le llaman feminicidio, mejor ni mencionarlos. Si a una
mujer en estado de indefensión la humillan, la ultrajan, abusan sexualmente de
ella y la matan de formas que casi exclusivamente sólo pueden hacerle por su
condición de mujer, ¿de qué otro modo pretenden llamarlo?
2.
México ha sufrido dos terremotos este mes. Cientos de muertos y miles de
heridos y damnificados son las cifras hasta ahora, y si bien son momentos de
angustia para el pueblo mexicano, también son días de esperanza y fortaleza.
Las tragedias nos han dado ejemplos de solidaridad y abnegación para ayudar al
mayor número de personas posibles, y dan algo de fe de la nobleza humana a
pesar de la aparente apatía y nihilismo de nuestra generación.
Desafortunadamente,
los desastres naturales suelen ser capitalizados por muchos con fines ruines y
utilitarios, y los terremotos no han sido excepción. En las ruinas del Colegio
Enrique Rébsamen se formó un circo mediático cuando se informó que dentro de
los escombros, los servicios de rescate luchaban contra el tiempo para rescatar
a una niña llamada Frida Sofía, que había quedado atrapada durante el terremoto.
Televisa estuvo transmitiendo en vivo la labor de los rescatistas, mientras
presentaba imágenes tristes del reciente terremoto y del ocurrido en 1985. Yo
mismo leí sobre la noticia, y me recordó el doloroso caso de Omaira, la niña
que murió atrapada en las ruinas de su casa tras la avalancha en Armero el
mismo año.
Poco
después, sin embargo, empezaron las dudas e inconsistencias sobre el relato. A
pesar de que un almirante de la Marina confirmó que habían detectado a una
niña, y lo comentado por una profesora y otros marinos, todo frente a las
cámaras de Televisa, hubo confusión sobre si se llamaba Frida Sofía o Ana
Sofía. Pronto, tras la acumulación de hechos contradictorios, la Secretaría de
Marina declaró que nunca existió una niña llamada Frida Sofía. Hasta hoy, unos y otros se tiran la pelota de la
culpa sobre semejante desatino; Televisa asegura que siempre consultó a las
autoridades competentes, mientras que el Secretario de Educación Pública,
Aurelio Nuño, aseguró que la confusión surgió por culpa de los brigadistas.
¿Qué
fue lo que pasó? ¿Quién es el verdadero culpable de un episodio tan vergonzoso
en medio de una tragedia histórica? Muchos se han sentido traicionados no sólo
por la imprecisión de los brigadistas, sino también por el tratamiento
desvergonzadamente amarillista que Televisa le dio al suceso. La verdad es que,
siendo un medio manipulado de forma muy descarada por el PRI y con tan poca
rigurosidad, nadie se cree mucho que no fueran capaces de corroborar de manera
adecuada la información que recibían antes. También es indignante que ni
siquiera las mismas autoridades dentro de los brigadistas no pudieran confirmar
o desmentir lo que sucedía realmente en las ruinas del Rébsamen.
Si
la SEP, la Marina y los otros que estaban allí en labor de rescate y
verificación de la información de los alumnos del colegio no sabían que la niña
no existía, entonces hay un flujo muy pobre de información entre los altos mandos
y los brigadistas. Si lo sabían, entonces fueron mezquinos al usar la compasión
de la gente y presentarse como héroes cuando, en realidad, ni siquiera hacía
falta: su pronta labor habría bastado.
Si
Televisa no sabía que la niña no existía, entonces su labor periodística fue
poco rigurosa, pues debían haber consultado a otras fuentes en lugar de
presentar la información de los brigadistas y la Marina como algo veraz. Si lo
sabían, entonces fueron crueles y sucios al capitalizar el dolor y la
expectativa de la gente para tener una mayor audiencia.
La
verdad el asunto es tan confuso que no me atrevo a dar una explicación clara de
qué pasó. Sólo espero que este penoso incidente no frene la respuesta de los
mexicanos y de todo el mundo para ayudar a los afectados por la catástrofe.
Mucha fuerza a México.
Adenda: en un giro tristemente irónico, mientras escribía
esta entrada me enteré que un grupo de pandilleros asesinó a
cuchillo y piedra limpia, a plena luz del día, a un vigilante en Santa Marta,
todo mientras aproximadamente medio centenar de personas no sólo no lo
ayudaban, al más puro estilo Genovese, sino que además alentaban a los
criminales a continuar con la exhibición de brutalidad. La miseria y
frustración que esto inspira es abrumadora. Sé que voy a escribir al respecto,
pero entre ocupaciones y los sentimientos encontrados, debo reposar un poco
esta situación.
"Aun si hablara en serio y realmente tratara de decir que todos los hombres son malos, ¿saben qué? Hay países y situaciones donde, tristemente, yo no me atrevería a decir que se equivoca"
ResponderEliminarSi tomamos este aparte de manera literal, aquí tengo que disentir contigo, apreciado Martín. Aunque la lectura más caritativa podría señalar que es un problema de semántica.
A ver si me explico: el problema de afirmar que todos los hombres son malos (en un país determinado o en general) es que asume un esencialismo que le atribuye un concepto inherente de maldad a un rasgo biológico. Esto no sólo es falso, sino terriblemente peligroso. De hecho, buena parte del machismo reposa, precisamente, sobre una idea similar.
No me extenderé sobre las muy bien documentadas atrocidades cometidas en nombre de esta forma de pensamiento, sino que limitaré mi comentario a dos sugerencias.
La primera es que evitemos que nuestros fines (luchar contra el machismo) se manchen de los medios de los que se nutre aquello contra lo que luchamos.
La segunda es una idea que me surgió al leer tu artículo y que creo que valdría la pena explorar: si aceptamos que en los países socialmente conservadores todos los hombres son malos porque harán algo mal apenas se les ofrezca la oportunidad, no hay ningún motivo para pensar que las mujeres van a hacerlo diferente (sólo que por las diferencias de media que causan los cromosomas, la gran mayoría de ellas no suele ver ni tener incentivos para violar hombres)... y entonces, vuelve a estar mal eso de decir que "todos los hombres son malos", porque realmente sería "todos los seres humanos en la sociedad X son malos".
Y el problema, que como bien señalaste más adelante, vuelve a ser que estas son actitudes y conductas engranadas en la sociedad (y habría que apuntarle a cambiar eso).
En fin, disculpa el parrafado para decir que si queremos luchar contra el machismo, sus causas sociales y sus consecuencias, darle una pátina de respetabilidad o validez a las afirmaciones tipo "todos los hombres son malos" es hacerle un flaco favor a nuestra causa.
Como de costumbre, un placer leerte.
¡Un abrazo!
Hola, David.
Eliminar"Si tomamos este aparte de manera literal"... No, claro que no estoy hablando de manera literal: lo que estoy señalando es ese problema de cultura machista de decir que es culpa de la mujer por provocar al hombre: que por qué se viste así, que cómo se va a festejar hasta altas horas de la noche, que cómo se le ocurre irse sola a la casa.
Sé bien que ese comentario de "todos los hombres son malos" apesta mucho a esencialista, pero yo no estoy hablando en un contexto biológico, sino sociocultural, y es lo que menciono a través de la entrada: hay sociedades donde el machismo está tan engranado (digamos, por ejemplo, las sociedades musulmanas, o varios países latinos), que con esa visión de que siempre es culpa de la mujer por ser provocativa o ponerse en situaciones de riesgo, entonces habría poco argumento para rechazar la idea de que cualquier hombre en la calle es un peligro potencial.
Yo no le estoy dando margen de validez a esos argumentos, y creo que podías darte cuenta porque mencionas lo que comento en otros párrafos (y de hecho, también lo explico un poco en la misma oración que señalas). Es más bien un sentimiento de frustración de que la visión social y el componente judicial sobre el tema sea tan cerrado y débil que parece que la mujer realmente está en peligro con cualquier hombre cerca. Aunque en retrospectiva, siempre me es difícil hacerme entender con estos temas tan complicados.
Sobre las sugerencias, por lo que acabo de mencionar habría que fijarse más en la segunda. Alguien malicioso te diría que cosas como los niveles de testosterona o las posibles tendencias conductuales de buscar el mayor número de parejas reproductivas harían a los hombres un mayor y muy diferente peligro en proporción, y por ello la idea sea caería por su propio peso. Y creo que ambos estamos de acuerdo en que ese argumento suena tan falso y peligroso como el violador de Schrödinger
Creo que al final, como dices, el problema es semántico: debo procurar definir más lo que trato de transmitir. Saludos, y un abrazo igualmente.