Nacionalismo inútil (XXII): sobre los venezolanos en Colombia
Para darle un contexto a los lectores, en este
momento llevo prácticamente un mes en Colombia, y aunque todavía no he podido
viajar a los lugares que quiero (no tanto por el dinero, sino porque manejar el
tiempo con las personas cercanas es siempre complicado), he tenido buenas
experiencias. Y por supuesto, he aprovechado este tiempo para dar un vistazo
directo a una situación que cada vez se hace más tensa: los inmigrantes
venezolanos que han llegado a Colombia huyendo de la crisis económica y
sociopolítica de su país.
No
ha sido sólo lo que he visto durante este mes, sino también lo que he
conversado durante meses con mi familia a través de Internet, y lo que ya había
visto antes de viajar a Chile. Ha sido un proceso largo y continuo, por lo cual
se ha podido detallar no solamente la reacción de los colombianos al respecto,
sino también la condición de muchos venezolanos, y la manipulación política que
nunca falta.
Hay mucha xenofobia en Colombia
contra los venezolanos. Probablemente
eso no sea una sorpresa. Por supuesto, no todos los colombianos son xenófobos,
pero desafortunadamente hay una porción muy vocal de la población que ve con
descontento e incluso desprecio la migración venezolana, pues la ven como una
amenaza para su trabajo, su seguridad e incluso como un acto de hipocresía (en
la Costa, por ejemplo, ha habido conflictos entre las prostitutas colombianas y
las venezolanas por la menor tarifa de las segundas). Esto último se debe por
supuesto a que entre la gente que abandona el país se encuentran tanto
opositores como chavistas arrepentidos y chavistas que aún creen en el gobierno
que los tiene arruinados y pasando hambre, y estos últimos por lo menos son
vistos como descarados. Incluso no falta el que los acusa de salir de Venezuela
para hacer valer su dinero ahorrado fuera del país. Es probable que esto sea
verdad, pero eso no es ilegítimo, ni creo que tan inmoral como para rechazar al
resto de los venezolanos.
Eso
sí, los chavistas que aún defienden el régimen de Maduro son hipócritas o al
menos increíblemente descarados. Si tanta fe tienen en que el gobierno chavista
puede resolver la crisis en la que actualmente se encuentran, bien deberían
mantenerse dentro de su territorio y ayudar a esa solución, ¿no?
Por
supuesto, también hay muchos chavistas colombianos que acusan de cobardes a
todos los venezolanos que están saliendo del país (vimos una reacción similar
en Chile el año pasado), y por eso prefieren no recibirlos (vi a un idiota que
no sé si sea chavista o no, pero dijo expresamente ser xenófobo). A chavistas y
otros colombianos que hablen así les digo: ustedes son los que menos deberían
atreverse a opinar, pues ni viven en Venezuela, ni les constan las razones por
las que la población está abandonado el país. Y no sean hipócritas, que si
Colombia estuviera en una situación económica tan grave, ustedes serían los
primeros en salir de aquí. ¿O ustedes se quedarían a luchar por un país donde
tienen que esperar horas en una cola sin estar seguro de conseguir los
alimentos, donde los medicamentos son escasísimos, donde en cualquier momento
un imbécil le puede dar un tiro para robarle, y donde ya ni siquiera se puede
confiar en la protesta, pues no hay garantía de que su gobierno no le dispare
por cuestionarlo o tan siquiera pedir comida?
En
cuanto al riesgo de perder el trabajo, ¿dónde se supone que están viviendo? La
competencia de empleo no es ni algo nuevo ni exclusivo de los venezolanos.
Pretender ahora que son los extranjeros los que les están robando los puestos
es sumamente hipócrita; sí, ahora la competencia se estará incrementando, pero
demuestre su valor como empleado con su profesionalismo, que probablemente así
no se siente amenazado. Y no olvidemos que en los años noventa fueron los venezolanos los que recibieron a
muchos colombianos cuando la inseguridad y la violencia estaban en su peor
momento (en 2013 éramos el país suramericano con mayor número de emigrantes).
Nosotros también, seguramente, les “robamos su trabajo”. ¿Vamos entonces a
actuar como miserables desagradecidos? No entiendo cómo diablos hablan algunos
de estos mismos xenófobos sobre la calidez de los colombianos.
Muchos venezolanos están regalando su
trabajo. En realidad, muchos de
los inmigrantes venezolanos están tomando trabajos que no requieren mucha
calificación, se ubican como vendedores informales y no pocos recurren
prácticamente a la mendicidad. Es triste, porque al menos algunos de ellos
afirman tener profesiones bien calificadas, pero no es como que a todos les
puedan dar trabajo en su área de experticia -que sea verdad o no lo que todos
afirman, ya es otro asunto-.
Eso
ha generado una situación curiosa. Cuando alguien se sube a un bus a vender
dulces, usualmente tiene un precio fijo para el producto que ofrece. Todos nos
conocemos de memoria el mismo discurso: “Buenas
tardes, damas y caballeros, disculpen si vengo a robarles unos minutos de su
tiempo”, “Uno le vale 100, tres le
valen 200; para su mayor economía, lleve los seis en 500”, y cosas por el
estilo. Sin embargo, y por lo menos por lo que yo he visto en Santa Marta, la
mayoría de los venezolanos que suben a los buses a vender dulces no dan un
precio, sino que piden “lo que les nazca del corazón” por la venta de su
producto. Eso es triste… y dañino a largo plazo.
Un ejemplo de su producto: una pequeña revista de sopa de letras y sudoku que debe costar al menos 500 pesos colombianos... y la ofrecen sin precio fijo (P.D.: el sudoku lo está llenando mi hermana. Yo no soy ni de lejos tan bueno para esas cosas).
Algo
que entre biólogos nos discutimos con frecuencia es cuando uno se ofrece a
hacer talleres, tareas o informes para otros a un precio económico. Por bien
intencionado o considerado que pueda ser, la verdad es que es un hábito malo
para todos, ya que al cobrar menos de lo que realmente vale su trabajo, lo que
hace es que al resto nos exijan cobrar menos por el nuestro, y en general
termina devaluándose nuestra labor y dificultando nuestra posibilidad de
conseguir trabajo. Sí, suena un poco conspiranoico, pero es real.
Y
lo que ocurre con estos venezolanos, además, es que los trabajos que
conseguirán muchas veces serán de menor remuneración, ya que han estado
trabajando por poco desde que llegaron, y el colombiano es muy dado a recudir
costos ante la menor oportunidad, por lo que no es infrecuente pagar miserias
laborales por ahorrarse unos pesos. Sin mencionar que los que sí consiguen
puestos profesionales con todos los requisitos legales también tienden a
recibir una paga menor, y muchos se conforman con ello. Eso no beneficia a
ningún obrero, sea nativo o inmigrante.
Y
eso sin comentar sobre los venezolanos que ya están siendo dañinos. Obviamente
entre los miles de inmigrantes habrá delincuentes, pero también hay conflicto
con aquellos que ocupan zonas públicas con cambuches, y ya han tenido roces
violentos con la Policía y los vecinos (como lo ocurrido hace unas semanas en
Cúcuta). Eso hace aún más difícil su integración dentro de la población colombiana,
pues no hace más que alimentar la xenofobia. Seamos directos: ocupar espacios
públicos como vivienda, contaminarlos y entorpecer su uso por parte de las
demás personas es ilegal, por más
que se traten de refugiados. A su vez, es síntoma de la incapacidad del Estado
y los gobiernos locales para manejar la crisis desmesurada (no se ilusionen,
que los problemas en ciudades y departamentos fronterizos son mucho más
antiguos que la crisis venezolana. La migración sólo generó la ya esperada
metástasis).
A
estos venezolanos, los que no están cobrando lo justo por su trabajo, les digo:
comprendo que vienen de una crisis económica y social terrible. Cualquier pago
parece lo requerido, lo necesario, especialmente cuando la moneda de su país
está tan devaluada. Sin embargo, yo les recomiendo que tengan conciencia con su
labor. Ténganse respeto, y cobren lo que realmente vale su trabajo, no sólo por
ustedes, sino por el resto de trabajadores en el país. Eso sería una
competencia mucho más justa.
Uso político de una crisis trágica. Como siempre, la crisis venezolana y la migración
hacia nuestro país se ha convertido en uno de los caballitos de batalla
favoritos de los políticos, tanto en Venezuela como en Colombia. Si el lector
sigue esta serie, recordará que en la última entrada me refería a la polémica
que se formó cuando Vargas Lleras discriminó a los venezolanos en
una entrega de casas gratuitas.
El vice simplemente continuaba haciendo los pinitos para acumular capital
votante al presentarse como una opción que protege los intereses económicos del
pueblo, ante la tibia respuesta de Santos. Y por supuesto, Nicolás Maduro y
Diosdado Cabello no perdieron la oportunidad para decir que en Colombia había
maltrato y discriminación contra los venezolanos (lo que hoy en día ya no está
muy alejado de la realidad).
Las
cosas continúan igual. La repugnante derecha del mal llamado Centro Democrático
y el ex procurador Alejandro Ordóñez usa la crisis venezolana para mantener la
consigna de que el castrochavismo está poniendo en peligro al país. Marta Lucía
Ramírez ha sido muy criticada en los últimos días por haber viajado a Venezuela
y usar los estantes vacíos como forma de hacer campaña. ¿No debería estar
tratando de llegar a los pobres colombianos, que son los que realmente le
podrían dar votos?
Ah,
claro, que es más fácil aterrarlos con la crisis económica que ofrecer
soluciones serias a la desigualdad…
Mientras
tanto, del otro lado del espectro, a Petro nadie le cree su rechazo a la
dictadura chavista en Venezuela, cuando hasta hace unos meses defendía la
“libre autodeterminación de los pueblos” para evitar una condena directa a las
elecciones de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente en el vecino país.
Y de Piedad Córdoba y las FARC ni hablar (aunque Rodrigo Londoño dice haber
aprendido de los errores del modelo castrochavista).
Y
no es que en Venezuela todo marche bonito y sobre ruedas. Maduro usa toda clase
de pretextos para minimizar la crisis (que ya no negarla): que fracasó el
capitalismo, que hay conspiraciones desde Colombia y Estados Unidos para
derrocarlo, que son estos países los que han fabricado la crisis, que en
Venezuela hay cinco millones de colombianos (una mentira sonora: hay unos
cuatro millones de emigrantes en el
mundo, y en Venezuela ahora mismo ni llegan a los 800 mil), y lo más irreal
de todo: ¡que los colombianos están pasando a Venezuela para conseguir
medicamentos! No sorprende que el presidente Santos le recriminara que use a
los colombianos “para tapas las falencias
de su revolución fracasada”. Siempre es más fácil culpar a agentes externos
de las crisis de un país para recuperar votos y apoyo popular. La gente
marchará feliz a las urnas para seguir comiendo basura, sin cuestionarse jamás
si lo que le dicen es cierto.
-O-
La
verdad no estoy seguro de cómo terminar esta entrada. Es un tema complejo, y
aunque trato de ver todas las aristas del caso, estoy seguro que hay cosas que
se me escapan. Desafortunadamente, no parece que haya una solución rápida al
asunto. En Colombia, se empieza a recrudecer la xenofobia, y no ayuda que todos
los inmigrantes sean tomados como ejemplo del “castrochavismo”. En Venezuela,
la victoria aplastante del chavismo en las elecciones regionales del año pasado
y los conflictos intestinos de la oposición le dieron a Maduro el oxígeno
necesario para mantener su moribunda revolución, y no parece muy probable su
derrota en las adelantadas elecciones presidenciales, además que ayuda a
mantener el discurso de los estúpidos que creen que hay democracia sólo porque
la gente puede votar. No queda más que tratar de ser solitarios con los vecinos
que necesitan nuestra ayuda en estos momentos.
Adenda 1: los recientes atentados en Barranquilla y Santa Rosa
de Bolívar nos permitieron nuevamente ver la bajeza moral de muchos políticos.
A estas alturas no sorprende que Uribe, Cabal y Vargas Lleras usen la muerte de
los policías como una crítica contra el acuerdo con las FARC, sin tener idea
del contexto de la situación: ellos son repugnantes, un símbolo de todo lo
detestable en la política. Y que Petro cayera en la misma táctica tampoco es
sorpresivo: recordemos que hace unos años tuvo el mismo descache, y lo peor es que fue con falsa información.
Adenda 2: lamento mucho que en el atentado al CAI en Barranquilla hayan muerto
dos perros, que ni la debían ni la temían en ese asunto. Pero cuando la gente
está más dolida por dos animales que por los miembros de su misma especie, y se
enfurece porque a ellos no los recogieron con la misma velocidad ni cuidado, la
verdad es que me preocupa.
Ve ¿La universidad te deja volver un ratico a Colombia? ¿Cómo es eso de la beca? Pero ¿Todos los gastos te los paga la beca esa o toca sacar algo del bolsillo?
ResponderEliminarHbalando de Colombia. Respecto a los venezolanos, muchos si venden el trabajo es por pura y física desesperación, no porque quieran ser amables. Además si me preocupa que los cedulen porque, aprovechandose de la tragedia de ellos,ciertos sectores políticos exploten su sufrimiento y los convenzan para que terminen votando por ellos.
Hoy 11 de marzo ¿te encuentras en Colombia o en Chile?, en cualquier caso ¿revisaste si tenías la cédula inscrita para votar?
Hablando de Chile. Respecto a la polémica con la Machi Francisca Linconao y los reclamos mapuches ¿consideras que el Estatuto Antiterrorista (herencia de Pinochet) debe ser eliminado? Cabe destacar que diversas organizaciones (incluida la HRW) han denunciado dicho estatuto. Y también respecto a la machi, los terratenientes locales le tienen rencor porque las cortes fallaron a favor de ella (en dos ocasiones) un juicio por tierras
Bueno, espero que te vaya bien y que las cosas mejoren. Por cierto, la inscripción para presidenciales es hasta e 27 de marzo
Hola. Pues, por partes:
Eliminar1. Prefiero reservarme los detalles sobre la beca y sus condiciones. Espero que entiendas eso.
2. Sobre la "amabilidad", creo que debes fijarte mejor en el párrafo, porque yo estaba hablando de los biólogos, no de los inmigrantes venezolanos.
3. He escuchado el asunto de la carnetización, y la verdad no le doy tanto crédito. Un fraude de semejante magnitud no tardaría en descubrirse, a pesar del descrédito del CNE. No lo veo probable, pero tampoco lo descartaría como imposible, considerando el talante de nuestros políticos.
4. En Chile. Y no, no tengo la cédula inscrita para votar aquí.
5. La verdad para mí, la Ley Antiterrorista es como el Estatuto de Seguridad de Turbay: una medida mezquina para detener y abusar de cualquiera sospechoso de ir en contra del gobierno, independientemente de si es un criminal o no. Aquí se usa demasiado contra los mapuches, y es obvio que en muchos casos, los detenidos no cumplen con lo que se tipifica como delito terrorista. Para mí debería abolirse.
Muchas gracias. Espero salir antes de todos los papeleos que necesito para inscribir la cédula a tiempo.